4 maneras de recuperar la vida en el poder del Espíritu y la Palabra

by | Dec 15, 2023 | Bible & Theology, Women in Ministry | 0 comments

Jesús respondió, “Estás en un error porque no conoces las Escrituras ni el poder de Dios”. (Mateo 22:29).

El bautismo del espíritu ha sido una experiencia determinante en mi discipulado a Jesucristo. Recuerdo bien la noche, tenía dieciséis años, estaba enojado, herido e inseguro. Sólo había asistido a un culto pentecostal y había respondido a la invitación del pastor para recibir el bautismo del espíritu. No me pasó nada cuando el pastor oró.

Esa noche, solo en mi habitación, clamé a Dios por su presencia. Acercándose la medianoche experimenté el poder y presencia del espíritu de una manera intensa y abrumadora, no fue “hablar en lenguas” lo que me impresionó, me sentí abrumado por la experiencia directa del amor, gracia, perdón, curación, seguridad, esperanza, alegría y presencia poderosa de Dios. Desde entonces, he tenido un fuerte deseo de conocer la transformadora y poderosa presencia del Espíritu.

Recientemente, un buen amigo me presentó la labor de R.T. Kendall, un pastor y escritor que pastoreó la capilla de Westminster por 25 años. Es el autor de más de 50 libros y un interesante escritor y comunicador.

No estoy de acuerdo con todo lo que R.T Kendal escribe y no siempre estoy de acuerdo con su interpretación de las Escrituras, pero su tesis principal me atrapó fuertemente: Ha habido un “divorcio silencioso” en la iglesia entre la Palabra y el Espíritu, y estos deben volver a estar juntos para que así la iglesia permanezca sana y bíblica. Hoy en día, la iglesia debe recuperar el poder combinado e inseparable de la Palabra y el Espíritu.

Puedo ver la separación de la cual R.T Kendall está hablando en mi propia vida y experiencia de la iglesia. Llegué a la fe por medio del pentecostalismo y pasé años experimentando el poder y la presencia del Espíritu Santo en la profecía, pasión espiritual, sanidades, audacia para testificar y la fe expectante. Pero la atención al sonido del conocimiento bíblico y la interpretación a menudo fue débil. Luego me trasladé a las iglesias evangélicas y pasé años experimentando una sólida enseñanza, predicación expositiva, interpretación de sonido y una elevada visión de las Escrituras. Pero la atención al poder y presencia, liderazgo y renovación del Espíritu Santo, eran a menudo inexistentes o débiles. En otras palabras, experimenté de primera mano los efectos de la separación de la Palabra y el Espíritu en la iglesia.

Así que me he estado preguntando a mí mismo cada vez más y más seguido, “¿Cómo podemos juntar nuevamente a la Palabra y el Espíritu, para que los cristianos puedan conocer los efectos transformadores de la verdad y el poder de Dios?”

Aquí presentamos cuatro maneras en las que podemos hacer esto.

1. Buscar conocer tanto las Escrituras como el poder de Dios

En Mateo 22:23-33, Jesús está involucrando a los Saduceos en un debate sobre el matrimonio en la resurrección. El impacta a estos líderes religiosos con estas palabras: “Estás en un error porque no conoces las Escrituras ni el poder de Dios”. Claramente Jesús piensa que estos líderes religiosos no saben lo que dicen las Escrituras sobre la resurrección, ni mucho menos el poder de Dios para hacer cosas sobrenaturales, asombrosas, y transformadoras del mundo.

Sus errores en la interpretación bíblica y la fe corrupta y superficial surgen directamente del hecho de que no conocen las Escrituras o el poder de Dios. Sin embargo, Jesús conocíaa ambos. En el versículo 33, vemos que las multitudes estaban “asombradas” (sorprendidas) cuando lo oyeron (como en Lucas 9:43 y Actos 3:10). Jesús tenía la capacidad de sorprender con sus palabras tan fácilmente como con sus señales y maravillas, ambos producían la misma reacción. Esto es porque Jesús caminó hacia el poder de la Palabra y el Espíritu. También debemos buscar conocer ambos.

[bctt tweet=”Jesús vivió en el poder de la palabra y el Espíritu. Nosotros también debemos hacerlo.” username=”GrahamJGHill”]

2. Buscar integrar la Palabra y el Espíritu, en fe y vida

El Espíritu no sólo significa milagros, señales y maravillas. Así como la Palabra tampoco significa sólo exposición y doctrina. Esto sería dibujar la distinción de una manera demasiado aguda, ambos están integrados y expresados en conjunto.

Los cristianos descubren la vida y la presencia a Dios al integrar la Palabra y el Espíritu en cada parte de su comunidad, testimonio y vida. Dios es honrado y glorificado cuando las Escrituras y el poder de Dios se unen, estos no pueden mantenerse aparte o en el aislamiento. Juntar estos aspectos enciende una llama en el corazón de los creyentes y la iglesia, enciende la misión, esperanza, fe, amor, comunidad, alegría y testimonio del pueblo de Dios.

Algunos teólogos dicen que no se puede dividir la Palabra y el Espíritu. De alguna manera, esto es cierto. Pero en otro sentido, es posible entregar la Palabra sin el poder del Espíritu y viceversa.

Jesús dijo que los Saduceos ignoraban tanto la Palabra como el Espíritu, pero con algunos, en la actualidad, es ignorancia de uno u otro. Algunos detectan la herejía o fría ortodoxia a una milla de distancia, pero no pueden ver lo que falta en su propia tradición. Ninguno de estos énfasis en el Espíritu o la Palabra es incorrecto, ¡pero deben estar casados!

Si casi 30 años en el ministerio me han enseñado algo, es que la doctrina, predicación expositiva y una elevada visión son esenciales, pero también debemos recuperar la vitalidad espiritual y el poder; el poder y los dones del Espíritu Santo. Estos dos no deben sólo coincidir, deben integrarse y ser inseparables.

Nuestras iglesias y ministerios continuarán la lucha mientras que nosotros descuidamos a uno u otro. La iglesia continuará luchando hasta que no quede ni uno ni el otro, pero siempre apasionada y comprometida con las escrituras y el poder de Espíritu Santo.

3. Buscar renunciaral orgullo espiritual y el espíritu inaccesible

Puede ser difícil que los pentecostales (o los movimientos carismáticos y renovadores) aprendan de los evangélicos (movimientos centrados en la Palabra) y viceversa. Ambos lados generalmente piensan que tienen razón y que no tienen nada que aprender del otro. Pero, debemos renunciar a este orgullo espiritual, aislacionismo y el Espíritu inaccesible.

Los Saduceos dijeron que no existe la resurrección del cuerpo, tenían muy poco respeto por lo profético o el poder de Dios. Adoptaron una ortodoxia muerta y legalista, estaban decididos a asegurar que sus distintivos doctrinales eran correctos, y que Jesús de Nazaret debía ser ignorado.

Sin embargo, Jesús dice que este tipo de religiosidad es un engaño. Para ser honesto, ves esta religiosidad y orgullo espiritual que se expresa en los movimientos del Espíritu y la Palabra. Jesús dijo que estaban equivocados, porque fueron “engañados”, ellos, arrogantemente, pensaban que estaban en lo correcto; pero realmente no conocían las escrituras y el poder de Dios.

Dios no quiere tener nada que ver con el orgullo espiritual, ni el orgullo en el poder espiritual ni el orgullo en la ortodoxia bíblica.

El espíritu incomprensible y el orgullo religioso de los Saduceos condujeron a la ignorancia: ni siquiera conocían en qué se proponían ser expertos. Aquí hay algo que me preocupa mucho. Tenemos una generación de gente que no conoce realmente sus Biblias y una generación que son igualmente ignorantes del poder de Dios. Debemos abordar este tema, y esto comienza con la renuncia al orgullo académico, evangélico o pentecostal (¡todas las formas de orgulloespiritual!), Y abrazando la enseñanza y la humildad.

4. Buscar vivir diariamente en el poder del Espíritu y la Palabra que cambia la vida y transforma el mundo

Como un antiguo pastor y ahora profesor en una Universidad teológica, necesito preguntarme constantemente: “¿Estoy buscando experimentar y vivir en el poder y la presencia de Dios? ¿La presencia empoderadora de Dios infunde, aviva y anima mi enseñanza? ¿Y este deseo por el poder y la presencia de Dios realmente se integra con una pasión por la Palabra de Dios?”

Creo que necesitamos preguntarnos regularmente a nosotros mismos este tipo de preguntas.

Vivir en el poder de la Palabra y el Espíritu no se trata solo del estudio bíblico y la confianza en las Escrituras, o de las señales y maravillas y los dones del Espíritu. Vivir en la vida de la Palabra y el Espíritu es luchar contra la injusticia, enfrentar la explotación, cuidar la creación, dar la bienvenida al extraño y ver al Espíritu en el arte, la belleza, la cultura y la creación. Se trata de enfrentar cuestiones de raza, prejuicio, discriminación y reconciliación.

Vivir en el poder de la Palabra y el Espíritu consiste en expresar el fruto del Espíritu, ser generosos y contentos, cuidar de los pobres y quebrantados y amar a nuestros enemigos. Vivir en el poder de la Palabra y el Espíritu consiste en abrazar la ética social radical del Sermón del Monte y las Bienaventuranzas. Se trata de ser personas que viven vidas (juntas y en el mundo) que alertan a las personas sobre el gobierno universal y el reino de Dios. Se trata de dejar de lado las antiguas dicotomías (Palabra-Espíritu, sagrado-secular, proclamación-justicia social, entre otros.) y abrazar la vida integral e integradora del Espíritu. Se trata de vivir en una postura de discernimiento y atención: mantenerse al día con el Espíritu y caminar diariamente en dependencia de su liderazgo, presencia y poder.

¿Qué sucede cuando los cristianos acogen tanto la Palabra como el Espíritu? Dios es glorificado, las vidas se transforman, la misión se cumple, la comunidad se revitaliza y la iglesia experimenta, de nuevo, la presencia fortalecedora de Dios (su presencia santa, purificadora, verdadera, alentadora y transformadora).

Graham Joseph Hill

Rev. Dr. Graham Joseph Hill OAM serves as Mission Catalyst for Church Planting and Missional Renewal with the Uniting Church in NSW and ACT, Australia. Previously, he was the Principal of Stirling Theological College (Melbourne) and the Vice-Principal of Morling Theological College (Sydney). Graham is Adjunct Research Fellow and Associate Professor at Charles Sturt University. Graham is an ordained minister with the Baptist Churches of Australia. Graham received the Medal of the Order of Australia (OAM) in 2024 for “service to theological education in Australia.” He has planted and pastored churches and been in ministry since 1988. Graham is the author or editor of 17 books. Graham writes at grahamjosephhill.com

Graham's qualifications include: OAM, Honours Diploma of Ministry (SCD), Bachelor of Theology (SCD), Master of Theology (Notre Dame), and Doctor of Philosophy (Flinders).

See ORCID publication record: https://orcid.org/0000-0002-6532-8248

 

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