12 Maneras de ser un verdadero evangélico.
“Evangélico. Usted sigue utilizando esa palabra. No creo que signifique lo que usted piensa que significa.”, La Princesa Prometida, sobre el uso que hace Vizzini de la palabra “evangélico”.
Soy un evangélico.
Yo amo las cosas a las que el evangélico se apega: la transformación gozosa de la conversión personal, la centralidad y la supremacía de Cristo, el poder del evangelio, la autoridad de la Biblia y el llamado al evangelismo y a hacer una diferencia en la sociedad.
En el mejor de los casos, el evangelismo ofrece una visión extraordinaria y convincente de la vida y la fe. Hay más de 600 millones de evangélicos en todo el mundo; más aún si agregas los movimientos pentecostales y carismáticos que sostienen las mismas convicciones que quienes se llaman a sí mismos evangélicos.
Pero “evangélico” se ha vuelto una palabra sucia en muchos círculos. Se ha vuelto una palabra asociada con una amplia gama de ideas y temas negativos, especialmente, pero no exclusivamente, en los Estados Unidos. Hay muchos ejemplos. Promover la política partidista. Temer al cambio cultural. Rechazar a quienes sí sostienen una forma rígida de calvinismo. Aceptar el nacionalismo y sancionar el militarismo. Fomentar la discriminación racial y de género. Actuar como policía moral mientras se evita un verdadero escrutinio. Igualar los valores y estilos de vida de la clase media blanca con el evangelio. Evitar la erudición y el pensamiento independiente. Combinar el capitalismo con la buena vida cristiana. Tener miedo a la ciencia y la literatura y a la crítica superior. Respaldar a los políticos inmorales y formar alianzas cuestionables para obtener ganancias sociales o políticas a corto plazo. La lista es larga.
En muchos círculos, los evangélicos son vistos como idiotas, o peor.
Entonces, si me preguntas a qué me refiero cuando digo “yo soy un evangélico”, necesito ofrecer una explicación.
Si por evangélico te refieres a un cierto tipo de fe estrecha, basada en el miedo, exclusiva, partidista, politizada y combativa, entonces no, no soy ese tipo de evangélico. Pero si por evangélico te refieres a un compromiso con las personas y el evangelio de carácter generoso, inclusivo, humilde y basado en el amor, entonces, sí, ese es mi tipo de evangelismo.
La Biblia es la máxima autoridad en la vida cristiana; la gente necesita la salvación ofrecida solo a través del evangelio y la persona de Jesucristo; y Dios nos llama a proclamar a Cristo y su salvación en todas las formas posibles. Pero nada de eso necesita ser asociado a los problemas que acabo de mencionar.
Algunos amigos me preguntan, “¿eres un evangélico?” Sí, lo soy, uno conservador. Pero no tengo tiempo para algunas formas de evangelismo que son combativas, politizadas, cortas de mente y faltas de gracia. Creo que ser un evangélico conservador implica un compromiso con Cristo, el evangelismo, la fidelidad al evangelio y las Escrituras; y también a la justicia social, la renovación cultural, la justicia racial y de género, el ministerio en el poder del Espíritu, el ministerio holístico, la acción política, el cuidado de la creación, la pacificación y la reconciliación. Este es un evangelismo generoso e incluyente que es más fiel al evangelio y a la presencia de Jesús.
En las palabras de Iñigo Montoya, algunas veces me provoca decir, “Evangélico. Usted sigue usando esa palabra. No creo que signifique lo que usted piensa que significa.”
Entonces, ¿cómo se ve un evangelismo generoso, amoroso, humilde y holístico? O, para decirlo de una manera más burda, ¿cómo pueden los evangélicos evitar ser temerosos, moralistas e imbéciles politizados?
Aquí tenemos 12 maneras de ser un verdadero evangélico.
1. Entender y responder a un evangelio más completo
Los evangélicos son apasionados por el evangelio. Pero, con mucha frecuencia, el evangelio se define de una manera estrecha o prescriptiva. Nosotros ofrecemos a la gente un pequeño evangelio de 5 puntos, o algo similar. Pero esa es una versión inadecuada o truncada del evangelio.
Los evangélicos deben preocuparse por todo el testimonio bíblico y todo el evangelio. No hay evangelio sin la historia bíblica completa.
Dios nos llama al arrepentimiento y al discipulado en respuesta a una historia grandiosa. Esta es la historia de la creación, del Israel bíblico y del Jesús judío. Es la historia de Dios, desde la creación hasta el juicio final y el reinado de Jesucristo.
Entonces, ¿qué es el evangelio? El evangelio es el punto culminante de esta gran, impresionante y definitiva historia, una narración que abarca la historia desde la creación hasta el fin de los tiempos.
1 Corintios 15:3, nos dice que el evangelio es de “primera importancia”. ¿Qué es el evangelio? “Cristo murió por nuestros pecados de acuerdo con las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día de acuerdo con las Escrituras”. ¿Cómo da forma este evangelio a nuestras vidas? “Puesto que el amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por lo tanto todos murieron. Y murió por todos, para que aquellos que viven ya no vivan para sí mismos, sino para el que murió por ellos y resucitó”.
Dios nos llama a responder a toda la historia bíblica (desde la creación al eschaton o fin de los tiempos). En cierto sentido, toda esta narrativa es tanto la historia de Jesús como el evangelio. Pero, en otro sentido, el evangelio es el punto culminante de esa historia, como se revela en la persona y obra de Jesucristo.
La historia bíblica completa y definitoria describe nuestro ser. Enmarca nuestra identidad. Determina nuestro propósito. Nos da nuestra misión. Y revela nuestra esperanza. Esta historia da forma a nuestra visión de comunidad y a nuestra misión. Esta gran historia bíblica debe enmarcar, infundir y dar forma a todo lo que decimos y hacemos.
Esto es mucho más que un truncado evangelio de 5 puntos.
La historia del evangelio se extiende desde la creación hasta el final de la historia y la consumación del reino de Dios. Debemos ser atrapados por una visión de todo el testimonio y la historia bíblica. Al mismo tiempo, debemos honrar el clímax de esa historia, en la persona y obra de Jesucristo. Entonces, el evangelio nos llama a atender la salvación personal y la restauración de todas las cosas en Cristo. El evangelio es una invitación a unirse a la historia de la trinidad de Dios, del Israel bíblico, del Jesús judío y del reinado de Dios. Una gran historia moldea nuestra visión para el discipulado, la misión, la ética y la comunidad. Y el evangelio es el punto culminante de esa historia.
Una comprensión más completa del evangelio nos lleva a cuidar no solo de la salvación personal, sino también de la justicia, la creación, la construcción de la paz, la reconciliación y mucho más. El testimonio bíblico entero y la historio nos llaman a darle importancia a estas cosas.
2. Permitir que la Biblia lleve a un amor más profundo por Jesucristo
La Biblia es crucial para la vida cristiana. La Biblia sondea, mide, ilumina, adjudica, aviva, inspira, rige y más. Las Escrituras son la palabra autoritaria de Dios, inspirada por el Espíritu Santo. Ellos tienen autoridad absoluta y final en todos los aspectos de la fe corporativa e individual, la ética, la conducta, el testimonio y la teología.
Los evangélicos no deben alejarse de la autoridad bíblica, nosotros la aceptamos. Tristemente, muchos cristianos occidentales tienen una pasión decreciente por memorizar, contemplar, interpretar y aplicar las Escrituras. Encuentro esto profundamente preocupante. Cuando sirvo en Asia, África y América Latina, veo lo contrario. La gente es apasionada por las Escrituras. Ellos las devoran, las honran y las memorizan. Las interpretan contextualmente, manteniendo un sesgo conservador. Y las aplican de forma creativa y valiente. Esto es instructivo para aquellos de nosotros en Occidente. Necesitamos un avivamiento en nuestro entusiasmo por las Escrituras.
Pero esto no se trata de “enamorarse” de las Escrituras. Se trata de devorar las Escrituras como un medio para conocer, adorar, seguir y amar y magnificar a nuestro Señor Jesucristo.
3. Romper las divisiones falsas y unirse verdaderamente a la misión de Dios
El dios misional tiene una iglesia misional. La iglesia no tiene su propia misión. Dios tiene una misión, y la iglesia se une a esa misión.
Pero, ¿es esa misión solo acerca de la conversión personal e individual? De ningún modo. Ya que la misión de Dios incluye la restauración de todas las cosas en comunión con Dios, nuestra misión debe ser integral y holística. Puede ser solo acerca de la proclamación simple o la conversión individual. Incluye todas esas cosas pero sin limitarse a ellas.
Nos unimos a la misión mesiánica del Hijo, en el poder del Espíritu, a la gloria del Padre. Tal misión desmantela todas las polaridades y binarios de oposición. Rechazamos la proclamación sin justicia social, o viceversa. Derribamos falsas divisiones, tales como justicia – evangelismo, sagrado – secular, proclamación – acción, práctico – teológico, palabra – Espíritu, y más.
La verdadera vida y misión evangélicas integran proclamación, justicia, sanación, cuidado de la creación, acción política, señales y maravillas, reconciliación y florecimiento humano.
4. Dar la bienvenida a la cultura como interlocutor
Lamentablemente, los evangélicos son vistos a menudo como temerosos de la cultura y el cambio cultural. Tratamos a la cultura como al enemigo y actuamos por miedo y actitud defensiva.
Dejemos de tratar a la cultura como nuestro enemigo. La cultura es nuestro contrapunto, espejo, compañero de conversación, protagonista, contraste, enriquecimiento, y más. Hay que ser social y culturalmente comprometidos ya que siempre estamos culturalmente situados. Estar comprometido y localizado culturalmente no significa ser social y culturalmente reducido. En su lugar, exploramos donde la sociedad, la cultura y la teología se han enriquecido, formado y encadenado entre sí. A veces todas estas cosas están sucediendo a la vez.
Los evangélicos necesitan iniciar un dialogo creativo con una amplia gama de disciplinas. Esta es una conversación de dos vías. Estas disciplinas incluyen ética, política, filosofía, estudios culturales, sociología, teorías sociales, postcolonialismo, estudios de género y raza, inteligencia cultural, estética, artes creativas, ecología, salud, educación, negocios y estudios de liderazgo, historia y más. El mejor tipo de vida evangélica ve las Escrituras como su máxima autoridad, pero también explora cómo Dios le está hablando a su iglesia y a su mundo a través de la cultura y una amplia gama de disciplinas.
5. Buscar el discipulado en comunidad
Los evangélicos se preocupan por la conversión personal. Pero a menudo nuestro discipulado es demasiado individualista.
El discipulado pasa en comunidad. La comunidad es esencial para los corazones e iglesias cambiados. Las iglesias deben buscar la ortodoxia (creencias renovadas), la ortopraxis (prácticas transformadas) y la ortokardia (corazones renovados). Los tres deben ser dinámicos, transformadores, dadores de vida e integrados. Los tres son sobre transformación personal y corporativa.
El mejor tipo de vida evangélica rechaza las creencias impuestas y abstractas. Rechaza las prácticas que son pragmáticas y culturalmente reducidas. Y niega las espiritualidades que son consumistas y gnósticas e individualistas. Necesitamos un enfoque diferente al discipulado. Jesús nos llama a descubrir el discipulado en la comunidad. Dios nos llama a la comunión con los hermanos cristianos, el Evangelio y sus sufrimientos, consolación y esperanza. Compartimos esta vital comunión con la Trinidad y con todos los pueblos de Dios. Una posesión común une a los cristianos. Esta posesión es la divina vida y gracia que nos ha sido ofrecida en la vida, muerte, resurrección y esperanza de Jesucristo. Nos volvemos discípulos juntos, no individualmente o solos.
¿Qué tipo de discipulado necesitamos? No podemos simplemente enfocarnos en la fe correcta o en el buen comportamiento. Si nuestro objetivo es la transformación y renovación, entonces debemos esforzarnos en alcanzar un discipulado integrado, holístico, interdependiente, misional, disciplinado, renovador, revitalizante, orador, deseoso, amoroso, lleno de gracia y esperanza, y comunal. Este tipo de discipulado solo pasa en comunidad, y específicamente en comunidades que se unen a Dios en su misión de amar y restaurar y redimir al mundo.
6. Escucha y aprende de muchas voces
Lesslie Newbigin escribe, “Necesitamos el testimonio de los cristianos de otras culturas para corregir nuestra comprensión culturalmente condicionada de las Escrituras”. Es tan cierto como afirmar que necesitamos el testimonio de los cristianos de otras culturas, razas, denominaciones y géneros para corregir nuestra comprensión culturalmente condicionada del evangelio, la Biblia, misión, discipulado, comunidad y mucho más.
A veces los evangélicos son vistos como arrogantes. Para algunos, los evangélicos parecen creer que siempre tienen razón y que no tienen nada que aprender de los demás.
Es el momento de cambiar eso. Necesitamos estar abiertos a las interpretaciones, vidas, culturas, tradiciones y puntos de vista de los demás. Esto se trata de discernir la presencia divina de Dios en comunidad y conversación e Iglesia y mundo. Esto involucra a la humildad, escuchar, relacionarse y la oración.
Una vida evangélica que merezca la pena ocurre cuando estamos atentos a (y en conversación con) la iglesia y el mundo. Prestamos atención a lo que Dios nos está diciendo a través de su iglesia al escuchar las tradiciones, interpretaciones, culturas, diálogo ecuménico, Cristianismo mundial, teologías locales y globales y al “menor de estos”. Nos damos cuenta de lo que Dios nos está diciendo en el mundo al escuchar filosofía, ciencia, religiones, culturas, visiones del mundo y más. Dios no está en todas estas cosas en todo momento. Pero a menudo está tratando de hablar con nosotros en esos lugares.
Una vida de discipulado es una vida de humildad y aprendizaje, y aceptación y apertura. Se requiere estar atento para tal fe. Por lo tanto, necesitamos un nuevo tipo de Evangelismo abierto, generoso. Este Evangelismo está abierto al aprendizaje de otras iglesias y tradiciones teológicas, y busca la obra de Dios en el mundo.
Un Evangelismo que vale la pena, generoso, amplio surge de la conversación con muchas voces incluyendo Euro Americanos, mayor parte del mundo (tercer mundo), indígenas, primeras naciones y voces de la diáspora (inmigrante).
7. Unir el espíritu, la palabra y la justicia
¿Por qué tantos evangélicos se sienten nerviosos por la obra del espíritu y también por la justicia social? Necesitamos un Evangelismo que una espíritu y palabra y justicia.
En Mateo 22:23-33, Jesús está involucrando a los Saduceos en un debate sobre el matrimonio en la resurrección. El impacta a estos líderes religiosos con estas palabras: “Ustedes están en un error porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios”. Claramente Jesús piensa que estos líderes religiosos ni siquiera saben lo que dicen las Escrituras sobre la resurrección, ni mucho menos el poder de Dios para hacer cosas sobrenaturales, asombrosas, y transformadoras del mundo.
Sus errores de interpretación bíblica y la fe superficial, corrupta surgían directamente del hecho de que no conocen las escrituras o el poder de Dios. Sin embargo, Jesús conocía ambos. En el versículo 33, vemos que las multitudes estaban “asombradas” (sorprendidas) cuando lo oyeron (como en Lucas 9:43 y Actos 3:10). Jesús tenía la capacidad de sorprender con sus palabras tan fácilmente como con sus señales y milagros, ambos producían la misma reacción. Esto es debido a que Jesús conocía el poder de la palabra y el espíritu. Nosotros debemos conocer ambos también.
Vivir en el poder de la Palabra y el Espíritu es solo acerca del estudio bíblico y la confianza en las Escrituras, o de las señales y maravillas y los dones del Espíritu. Vivir en la vida de la palabra y el espíritu se trata también acerca de hacer la paz y la justicia y el Ministerio de la reconciliación. Es acerca de luchar contra la injusticia, hacer frente a la explotación, cuidar de la creación, dar la bienvenida al extranjero y ver el espíritu en el arte y la belleza, y la cultura y la creación. Es acerca de hacer frente a problemas de raza, prejuicios, discriminación y reconciliación.
Vivir en el poder de la palabra y el espíritu es acerca de expresar el fruto del espíritu, ser generoso y contenido, cuidando de los pobres y lastimados y amar a nuestros enemigos. Vivir en el poder de la palabra y el espíritu es sobre aceptar la ética social radical del Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas. Se trata de ser un pueblo que vive vidas (unido y en el mundo) que alertan a las personas a (seguir) la regla universal y el Reino de Dios. Es acerca de dejar de lado las antiguas dicotomías (Palabra-Espíritu, sagrado-secular, proclamación-justicia social, y demás.) y abrazar la vida integral e integradora del Espíritu. Se trata de vivir en una postura de discernimiento y atención: mantenerse al día con el Espíritu y caminar en dependencia diaria de su liderazgo, presencia y poder.
¿Qué sucede cuando los cristianos aceptan la palabra, el espíritu y la justicia? Dios es glorificado, las vidas se transforman, la misión se cumple, la comunidad se revitaliza y la iglesia experimenta, de nuevo, la presencia fortalecedora de Dios (su presencia santa, purificadora, verdadera, alentadora y transformadora).
8. Se la iglesia y detén las políticas partidistas
Dios llama a la Iglesia de Dios a ser un pueblo distinto, con una ética distinta, una historia distinta, una paz distinta, una comunidad distinta, una diversidad distinta y un testigo distinto. Como dice Stanley Hauerwas, “La primera responsabilidad de la iglesia es ser la iglesia… La iglesia no tiene una ética social, la iglesia es una ética social”. Dicho de otro modo, “La iglesia tiene una estrategia social, la iglesia es una estrategia social”.
Como la nueva humanidad en Cristo Jesús, nuestra vida juntos, es política.
No estamos hablando aquí acerca de Republicanos o demócratas, o alguna otra forma de partido político. Aquí estamos hablando de las políticas del reino de Dios. Juntos, como creación nueva de Dios, mostramos una política nueva y redimida ante un mundo que observa.
Los evangélicos son a menudo demasiado alineados a partidos políticos específicos. Pero ningún partido político secular representa a Cristo. Deberíamos dejar de actuar como si uno es más digno de Dios que cualquier otro. Demasiado a menudo, nos vemos atrapados por las preocupaciones políticas y los espíritus de nuestra época. Pero, en cambio, deberíamos mostrar al mundo una nueva y redimida política eligiendo ser la iglesia.
Somos llamados a ser el “pueblo alternativo” u “otra ciudad”, que practica una vida en unión, una ética, un testimonio y una política distintas y honrando a Jesucristo. La iglesia es sal y luz, una “ciudad sobre una colina”. La iglesia de Jesucristo está llamada a adoptar una existencia social distinta. Esto significa que nosotros rechazamos la violencia, renunciamos al poder, perseguimos la santidad, abrazamos la ética, cultivamos una comunidad significativa, aceptamos la presencia misional, respetamos la libre asociación e imitamos la naturaleza de siervo de Cristo.
Una iglesia fiel abandona el alcance de la política, poder, influencia, riqueza y prestigio. En su lugar, imita la absurda debilidad y el escándalo de la cruz.
9. Perseguir la paz en un mundo dividido.
Vivimos en una era de división y conflicto. Los evangélicos podrían contribuir a ello, o podríamos elegir ser un pueblo de paz.
Dios llama a la iglesia para ser un pueblo de paz y reconciliación. El mesías es nuestra paz, y él ha abolido los conflictos y enemistades que dividen al pueblo (Ef. 2:11-14). La paz y la reconciliación están en el propio corazón de la nueva humanidad en Cristo. Jesús llama a su iglesia para expresar la paz y la unidad, como una comunidad pacífica. Y también llama a su iglesia a ser constructores de paz en un mundo caracterizado por el malentendido, la guerra, el odio y la animosidad.
Jesús también nos mostró cómo se ve el hacer la paz, viviendo una vida de no violencia, justicia, paz, reconciliación y perdón. No solo dijo “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”, también nos mostró en su vida y muerte cómo se ve ese establecimiento de la paz (Mt: 5:9). “El amor a los enemigos es el sello del discipulado”. “Ama a tus enemigos y reza por aquellos que te persiguen, para que puedas ser hijo de tu Padre en el cielo” (Mt 6:44-45).
Dios no sólo nos llama a ser constructores de paz que aman a nuestros enemigos, Dios también nos da el Ministerio de la reconciliación. “Todo esto es de Dios, quien nos reconcilió consigo a través de Cristo, y nos ha dado el ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5:18). Dios reconcilia al mundo a Dios mismo a través de Cristo. Dios nos llama a ser embajadores de una reconciliación empoderada del espíritu, llamando a mujeres y hombres a reconciliarse con Dios y entre sí. La nueva humanidad en Cristo se caracteriza por la reconciliación, la construcción de la paz, y el amor por los enemigos.
10. Restaurar la justicia
Demasiado a menudo, se ve a los evangélicos como no interesados en la justicia. Esto no puede seguir, sin hacer un daño terrible a nuestra tradición y a nuestras iglesias.
Restaurar la justicia implica educarnos a nosotros mismos acerca de las injusticias en nuestro vecindario, en la sociedad y el mundo. También debemos educarnos acerca de lo que significa ser un vecino bueno y justo para los explotados, a los márgenes, o que sufren injusticias.
Restaurar la justicia involucra el hablar abierta y honestamente acerca de los problemas. Hablar de las injusticias, muertes, discriminaciones y atrocidades. Hablar de la vida y la humanidad de blancos y negros y de otras personas. Hablar con personas justo dentro del espectro; blanco y negro, viejo y joven, pobre y rico, indígenas y no indígenas y mujeres y hombres.
Restaurar la justicia consiste en escuchar las preocupaciones y perspectivas de los demás, incluso cuando éstos parecen abordar problemas que no nos afectan. Se trata de defender los derechos y el bienestar de los demás aunque su bienestar o prosperidad o florecimiento parecen estar sólo indirectamente relacionados a el nuestro, e incluso cuando su bienestar viene a costa nuestra.
Esto es acerca de ponernos en los zapatos de los otros. Es acerca de abordar las injusticias históricas y contemporáneas, en nombre de otros. Imitamos al Elegido, quien vino a este mundo para nuestro bienestar, renunciando a su comodidad, seguridad, poder y posición. Seguimos al Elegido, quien fue herido, magullado, rechazado y crucificado por nosotros. Imitamos al Elegido, quien restaura la justicia en un mundo injusto.
Restaurar la justicia también implica el hablar y actuar por la justicia. Restaurar la justicia significa abordar la injusticia de frente. Esto incluye abordar las injusticias sistémicas y estructurales. La simpatía debe convertirse en compasión, que debe convertirse en amor, el cual debe convertirse en defensa y acción. Amor sin acción es insignificante. La compasión sin justicia es hueca. La solidaridad sin defensa es sólo la mitad de la imagen.
No debemos permanecer callados frente a la pobreza, la explotación, la injusticia, el machismo, el racismo, la misoginia, la tortura, el odio, la división, el conflicto, el autoritarismo, etc., debemos elegir hablar y actuar, incluso cuando sabemos que sufriremos las consecuencias.
Esto significa alzar la voz acerca de “Las Vidas Negras Importan” (Black Lives Matter, en inglés), la pobreza, el cambio climático, la guerra, el consumo y consumismo, problemas de salud, armas nucleares, el conflicto de Palestina e Israel, el privilegio blanco, el sexismo, el racismo, los males sistémicos y estructurales y más.
Nuestro silencio habla a gritos. Cuando tú o yo decidimos no actuar, de hecho, estamos, tomando una forma de acción. Somos testigos de Jesús y su reinado, en nuestra vida juntos y en nuestro riesgo, proféticos y sólo palabras y acciones.
Restaurar la justicia implica priorizar el bienestar y florecimiento humano de los pobres, agraviados, marginados y desfavorecidos. Esto sólo sucede cuando priorizamos y valoramos su voz y agencia y redistribuir el poder y los recursos.
Restaurar la justicia incluye erradicar la violencia contra la mujer en la sociedad y la iglesia. Se trata de amplificar las voces y contribuciones de las mujeres en la iglesia, y honrar y liberar sus dones.
Restaurar la justicia significa dar la bienvenida al extraño, al extranjero, al migrante indocumentado, al refugiado y al solicitante de asilo, y al desplazado.
Restaurar la justicia consiste, fundamentalmente, en seguir a un Dios justo y ser una iglesia justa. Dios odia la injusticia. Dios es justo. La historia bíblica es la de un Dios justo y amoroso que se dirige a la humanidad para restaurar la justicia, la integridad, la sanidad y la redención. La iglesia es una comunidad alternativa. Dios llama a esta iglesia a abrazar, proclamar, encarnar y practicar la justicia restaurada. Hacemos esto al practicar una ética restaurada, una fe restaurada, una comunidad restaurada, una paz restaurada, un verdad restaurada, un amor restaurado, una reconciliación restaurada y una justicia restaurada.
11. Preocuparse por la creación y por el medio ambiente.
La iglesia no puede unirse plenamente a Dios en su misión mientras descuida su responsabilidad con la creación de Dios. Y no veo la posibilidad de que podamos ser discípulos de Jesús sin una preocupación apasionada por su creación y un deseo de sanar el planeta que nos dio.
Los evangélicos que no se preocupan por la creación están negando el evangelio y negando el testimonio bíblico completo.
Tristemente, gran parte de la iglesia ve poca conexión entre el discipulado y la misión, y el cuidado de la creación. Y gran parte de la iglesia tiene poco interés en unirse con Dios en su misión de redimir y restaurar la creación entera.
El cuidado de la creación es misional. Es esencial para una iglesia y una teología misional. Y es crucial para el discipulado. El cuidado de la creación es un problema del evangelio. El evangelio llama a la iglesia a cuidar el mundo que Dios nos ha dado para administrar bien.
El mundo está observando. ¿Ejercemos un cuidado amoroso del planeta? ¿Nos preocupan las personas vulnerables a causa de la degradación ambiental y el cambio climático? ¿Nos comprometemos con la responsabilidad ecológica y la innovación? ¿Cultivamos prácticas sostenibles y un estilo de vida simple? ¿Testificamos a Jesucristo a través de nuestra relación afectuosa con los humanos y el planeta?
Nuestro cuidado por la creación puede dar testimonio de Jesucristo, su evangelio y reino, y su restauración de todas las cosas.
El Movimiento Lausana y la Alianza Evangélica Mundial han organizado la Consulta Global Lausana sobre el Cuidado de la Creación y el evangelio, en Jamaica en noviembre del año 2012. Luego de reflexionar acerca de las Escrituras y hablar de los problemas, el grupo escribió lo siguiente. El cuidado de la creación es un “asunto del evangelio dentro del señorío de Jesucristo. Informado e inspirado por nuestro estudio de las Escrituras… el cuidado de la creación es un tema que debe incluirse en nuestra respuesta al evangelio, proclamando y actuando sobre las buenas nuevas de lo que Dios ha hecho y completará para la salvación del mundo. Esto no solo está justificado bíblicamente, sino que es una parte integral de nuestra misión y una expresión de nuestra adoración a Dios por su hermoso plan de redención a través de Jesucristo.
12. Buscar un evangelismo generoso, humilde y amoroso
Los evangélicos son creyentes comprometidos a vivir y proclamar el euangélion, el “evangelio” o “la buena nueva”.
En esta pieza, nos pido que nos alejemos de un evangelismo estrecho, basado en el miedo, exclusivo, ansioso, partidista, politizado y combativo, a uno que sea generoso, incluyente, humilde y basado en el amor. Este es un verdadero evangelismo, y un verdadero testigo del euangélion.
Este verdadero evangelismo honra lo que los evangélicos siempre han dicho que aprecian: el poder de la conversión personal, la supremacía y el señorío de Cristo, la gloria del evangelio, la autoridad de la Biblia y nuestro llamado a ir a todo el mundo y hacer discípulos.
Y este verdadero evangelismo capta y responde a una historia más completa del evangelio, que nos llama a un camino profético y alternativo en el mundo. ¿Cuál es este camino en el mundo? Dejamos que la Biblia nos mueva hacia un amor apasionado por Jesucristo. Derribamos divisiones falsas y nos unimos a Dios en la misión. Damos la bienvenida a la cultura como compañero de conversación y buscamos señales de la presencia de Dios en el mundo. Buscamos el discipulado en comunidad y vivimos vidas en contraste con el individualismo y el consumismo de nuestra época. Somos lo suficientemente humildes para escuchar y aprender de muchas voces. Unimos Espíritu y Palabra y justicia. Rechazamos las políticas partidistas y abandonamos la búsqueda de la política, el poder, la influencia, la riqueza y el prestigio. En su lugar, buscamos imitar la absurda debilidad y escándalo de la cruz. Buscamos la paz en un mundo dividido. Reconocemos nuestros pecados y errores, y nuestra complicidad en las injusticias, y buscamos restaurar la justicia para aquellos que han sido maltratados. Nos preocupamos por la creación y el medio ambiente. Captamos el poder del evangelio completo para cambiar a la iglesia entera, vidas enteras y al mundo entero.
En el proceso, descubrimos que este evangelismo generoso, humilde y amoroso es también una fe profética, convincente y bíblica.
Graham Hill
Graham Hill (PhD) teaches pastoral studies and applied theology at Morling College in Sydney, Australia. He is the Founding Director of The GlobalChurch Project – www.theglobalchurchproject.com. Graham has written 6 books. His latest three books are “GlobalChurch: Reshaping Our Conversations, Renewing Our Mission, Revitalizing Our Churches” (InterVarsity Press, 2016), “Salt, Light, and a City, Second Edition: Ecclesiology for the Global Missional Community: Volume 1, Western Voices” (Cascade, 2017), and a co-authored book with Grace Ji-Sun Kim called “Healing Our Broken Humanity: Practices for Revitalizing the Church and Renewing the World” (InterVarsity Press, 2018)
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